martes, 17 de julio de 2012

Un admirador (Segunda parte)

Aquella fue la primera vez que hablamos. Aún recuerdo el diálogo perfectamente, como si fuera ayer. En realidad bastó un hola y un adiós para ver tus ojos. Por fuera de un malva intenso, una nube iluminada por un rayo. En medio mil penas dibujaron gotas grises de lluvia, y por dentro... Por dentro el rojo más intenso, la pasión, el herrero que domina al metal, la fuerza de la tierra. Con los miós empezaron una obra.

Una obra en que dos directores desconocidos coinciden por azaroso destino y comienzan espontáneamente a dirigir cada uno su orquesta, a un mismo tempo, uno hablando, el otro escuchando, sin estridencias, sin un paso en falso. Podía apreciarse en ambos una consciencia solemne de estar interpretando probablemente la obra más sencilla, ¡Pero con qué mimo y cuidado! Ya habría tiempo de abordar melodías más complejas.

Pasé un tiempo pensando si una experiencia así volvería a repetirse. La vida siguió sin ocuparse de este ni otros pensamientos, y acabé otra vez convencido de no tocar por miedo a marchitar. De nuevo convertido en un perfecto admirador.

Solo hubo una tarde especial. Me encontraba perdido en la delgada frontera entre sueño y realidad y veía en mis párpados cerrados un negro vacío. Suspendido en este vacío había un amplio círculo de piedra y sobre él personas de mi presente, de mi pasado y otras que no conocía, probablemente de mi futuro. Estaban colocadas en cada una de las aristas de un polígono de muchos lados labrado sobre la superficie de piedra, y unidas a mi, que estaba en otra de las aristas, por un surco.

Desperté y quedé pensando en esas personas a las que parecía unido antes incluso del primer encuentro. Personas cuyo único rasgo en común había sido esa sensación que dibujaron a brochazos en mi ánimo la primera vez que las vi. Miradas limpias que sin decir nada escriben con sus ojos anhelantes el guión de mil historias  por vivir.

Pasé meses tratando de crecer, probando fuentes inabarcables de conocimiento que brotaban en rincónes antes invisibles. Quería que algún día, cuando miraras dentro de mi, pudiera bañarte en mil cosas preciosas que nunca se acabaran.

Volviste a aparecer antes de lo que esperaba. En realidad siempre habías estado ahí, intocable, pero esta vez rompiste la frontera invisible y yo me aclaré la garganta. Comenzó la música y entre notas pensé en aquel sueño con una sonrisa. No tiene sentido temer dañar a alguien a quien siempre has estado unido, los surcos en la piedra no se borran fácilmente.


 

viernes, 11 de mayo de 2012

Un admirador



Solía decirme que su vida no era interesante. Tal vez objetivamente no lo era, pero sin duda alguna para mí sí. Después de todo, uno nunca puede ser juez de si mismo, así que accedió a contarme su historia. Sería imposible resumirlo en unas pocas líneas, así que comenzaré desde el principio. 

Fue su risa lo que llamó mi atención. Está bien, tal vez no su risa, no suelo admirar las carcajadas aunque tengo cierta propensión a ellas, fue su sonrisa. No tenía nada especial, como diría ella, simplemente era limpia y natural. Puede que las cosas no sean sencillas. Yo siempre pensé que sí lo eran y éramos nosotros, benditos humanos, los que le dábamos este toque de complejidad. Creo que la primera vez que lo pensé, como tantas otras cosas que he hecho por primera vez, fue simplemente por llevar la contraria. Ahora no estoy tan seguro pero eso es otra historia.

Su sonrisa fue refrescante, y como todo lo que está bien decidí no tocarlo. Está bien tener algo intocable, ya que el tacto es tan excitante como corrosivo. La solución es sencilla, no toques nada bonito si no estás seguro de que siempre irás con las manos limpias... Me da mucha pena manchar algo bello.

Las cosas cambiaron unos días después. Unos días, unos meses, o unos años, no se bien. Como de costumbre estaba lejos. Ni me di cuenta, era su papel, un buen papel. Miré por el ruido, se había formado un corro. Luego se disipó, y no había sonrisa, solo unas lágrimas muy saladas. Seguía siendo bonita, tal vez le quedaban mejor que la sonrisa, pero las lágrimas no son intocables. Siempre te dejan tranquilo, nunca vas a unas lágrimas con las manos sucias. Y si lo hice, ellas me las lavaron.

... Continuará... Puede.

viernes, 4 de mayo de 2012

La edad

Una vez un hombre muy sabio dijo que la naturaleza nos ha hecho caducos por nuestra incapaz de innovar a partir de cierta edad. Lo cierto es que con la edad la mente se vuelve rígida. 

A otro menos sabio se le ocurrió explicar que esa rigidez tal vez fuera consecuencia del aprendizaje. Aprendizaje y memoria van ligados, cuando aprendes algo esa información debe fijarse para poder usarla en situaciones futuras similares. Cuando aprendes pruebas mil opciones hasta escoger la que mejor resuelve el problema. Entonces desechas las otras novecientas noventa y nueve. Así pasan años de etapa de aprendizaje, eliminando opciones, de forma que a una determinada edad ante un problema a lo sumo somos capaces de generar dos o tres formas de resolverlo. Sin duda es un sistema eficiente, pero por muy eficiente que sea tiene también su cara negativa, la incapacidad de generar formas originales de resolver problemas nuevos a partir de cierta edad. 

 Lo positivo es que caminamos "a hombros de gigantes". Y que las conclusiones que sacaron esos gigantes tras una vida de trabajo las podemos aprender nosotros en tiempo récord dejándonos tiempo para dar un paso más. Seguramente sea así como avanzan las cosas...

 ...A expensas de que otras retrocedan, no hay tiempo para todo.

sábado, 3 de marzo de 2012

Conversando

Lo más dificil es darle a cada cosa la importancia que tiene. Ni más, ni menos, es un equilibrio dificil de encontrar pero creo que muchas veces sabemos lo que debemos hacer, solo hay que esforzarse por cumplirlo.

miércoles, 8 de febrero de 2012

La verdad...

Siempre empezaba sus historias por “siempre”, pero esa tarde quiso hacer una excepción. Sin saber por qué escribió un “La verdad es que…”. Iba a ser su única historia diferente, la definitiva, al fin se iba a desnudar. Pensaba que tenía muchas verdades que contar, demasiadas, tantas que era incapaz de individualizar ninguna y continuar esas cuatro palabras. Lo único que lograba pensar es que la verdad es más difícil de encerrar que la mentira, igual que es más difícil hacer reír a alguien todos los días antes que hacerlo uno solo.
Por eso lograrlo tiene más mérito.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Izanagi

"Izanagi se fue a purificar después de recuperarse de su descenso a Yomi. Mientras se desnudaba y removía los adornos de su cuerpo, cada artículo que el dejaba caer al suelo formó una deidad. Incluso surgieron más dioses cuando él se sumergió en el agua para lavarse. Los más importantes fueron creados de su rostro una vez que este se lo lavó:

Amaterasu (encarnación del sol) de su ojo izquierdo, Tsukuyomi (encarnación de la luna) de su ojo derecho, y Susanowo (encarnación del viento o de la tormenta) de su nariz."